Por: Litzy Lastra
Cuando asumí por primera vez el papel de organizador comunitario de FCCAN, no tenía idea de en qué me estaba metiendo. No sabía que me enamoraría del trabajo, de la gente y de la comunidad. Nunca antes había asumido un papel importante en la comunidad como parte de un organizador. Parecía que siempre hacía lo que pensaba que eran pequeños actos de servicio para la comunidad. Esta vez fue diferente, tengo un papel más importante en la comunidad y me pagan por el trabajo que amo hacer. Sé que es un cliché, pero esta experiencia ha sido una verdadera montaña rusa.
Cuando empecé, era tímido, nervioso y asustado. Allí estaba sentado en un retiro virtual con muchas personas excelentes, pero me sentía pequeño, tan pequeño y sin sentido. Pero con el tiempo todos y cada uno de los individuos en esa sala virtual me enseñaron a quererme y valorarme. Aprendí que no soy este punto insignificante en la comunidad, sino que soy una chispa que ilumina la comunidad a medida que avanzo y hago el trabajo que me apasiona. Aprendí a celebrar las pequeñas victorias y tuve espacio para llorar las pérdidas con personas que entendieron mi dolor y mi pérdida.
He vivido en Fort Collins casi toda mi vida, pero había partes de la comunidad que no había experimentado y personas que no había conocido. No me di cuenta de que había personas para conocer que fueran tan apasionadas como yo por la justicia social y que estuvieran dispuestas a trabajar juntas y llevar justicia a Fort Collins.